Reconociendo que la vida me ha traído para quedarme conmigo
todo parece ser absurdo y sencillo,
simple como un sí o un no,
irrelevante como una explicación de por que soy yo.
Fácil sin pensar en nadie más fuera de mí,
serio como los años que pasan a mi costado,
difícil como cuando uno quiere y tiene que callar.
Reemplazable en el tiempo en un instante,
con vida pero ya sin alma para querer.
Sin ganas, sin razón y con la desesperanza viva,
con tu voz y con un corazón desgarrado.
Con más sueños y menos que poder cumplir,
con dolor y sin ganas de volver a sentir al mundo.
Reconociendo que nunca te tuve y que no te tendré,
te digo adiós sin decírtelo.
Te pregunto la verdad no queriéndola,
te doy mis palabras inspiradas por ti alguna vez.
Esa que en un instante empezó y se mantuvo constante,
y luego se destapo a unos ojos cerrados al corazón
y lo confundió fulminándolo en una sola respuesta “soledad”.
Fingiendo escribir algo desahogante al alma,
no sé si lloro por las palabras o por el corazón.
No se si estoy bien aquí en mi espacio con tristeza
y me pregunto por qué llueve, si no esta lloviendo y nunca te tuve.
Sintiéndome tonto con los demás por escribir esto,
esto que no es más que un papel con letras caídas,
caídas con ilusión y deseo de suposición,
presente y futuro.
Terminado en un breve espacio con jamás y nunca,
sueño que seguiste siendo sueño a pesar de mi fantasía.
Y terminaste siendo lo mismo en mi realidad y mi espacio,
que aunque fue breve en tu voz con jamás y nunca
procurando un talvez sin querer,
O. A. M. L.
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