La historia se remonta tiempo atrás,
en donde encontramos a la certeza;
convertida en la cereza del manjar,
allá se amotinaba la belleza viva;
hecha mujer.
Y qué naturaleza fundamentaría el concepto de tal belleza?,
talvez ni el papel ni la pluma se expliquen ese cuadro hermoso,
tan vistoso como el ocaso del atardecer;
que remonta paz y tranquilidad eterna.
Simple como unos pasos en la historia de la memoria,
el volver a nacer por el regocijo de un pistilo lleno de sueños,
esos que acogió la mujer que dio el color al vestigio;
convertido en espacio de una pintura llamada vida de amor.
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